década de los 70
1970
Mujer Desintegrada, Desintegración... La soledad del ser humano marca una serie de paneles de madera sobre los que dibuja con plomo fundido el contorno de la figura. En las piezas exentas, el ensamblaje de vigas de caoba atornilladas por gruesos pernos le permite llenar el vacío existencial de estos cuerpos-mecano con una lámina de metal donde reverbera la luz circundante. El diálogo entre el metal y la madera preside la exposición individual 16 esculturas de María Belén Morales, que realiza para
1971
Tras esta etapa de fuerte presencia de la figura, la fascinación por el mundo espacial respalda su serie de Aeroevasiones que desarrollará entre 1971 y 1976. Estos artilugios poseen la apariencia de máquinas ideadas para soñar con un viaje sin retorno, expresión poética del sentimiento de huida que compartían numerosos creadores en los años finales de la dictadura.
La serie Aeroevasiones, con sus estructuras aerodinámicas de aluminio atornilladas a la manera del fuselaje de un avión, sugieren el vuelo, y la presencia de viejos relojes o maquinarias congeladas evocan la atemporalidad. La primera de ellas fue concebida como una pieza aislada para concursar en
Dos años después, el Castillo de San Miguel de
1972
Participa en las muestras Exposición Homenaje a Josep-Lluis Sert y Obra gráfica y múltiples españoles contemporáneos, en la recién inaugurada sede de Santa Cruz de Tenerife del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias.
1973
Entra en contacto con el ambiente madrileño, al que habían dirigido sus expectativas varios artistas canarios en los veinte últimos años. En principio toma parte en muestras colectivas, como
En Tenerife participa en
Entre 1973 y 1975 le encargan varios murales, que pivotan sobre el lenguaje formal de las aeroevasiones y la convivencia de la madera con el metal. María Belén Morales aproxima ahora la sensación cálida de la madera al resplandor del metal. Arpa del viento (1973), mural para la vivienda del ingeniero Eric Ingerslev en Tacoronte, sugiere el instrumento tañido por el viento y el vuelo de las andoriñas, su primera metáfora abstracta de los acantilados de la costa de Acentejo, en el norte de Tenerife.
1974-1975
Su investigación con materiales industriales confirma una línea independiente de búsqueda de nuevas formas y de trabajo intenso en el taller, al tiempo que realiza proyectos de grandes dimensiones para espacios públicos. Esta actividad ralentiza la periodicidad de las exposiciones individuales, pero no le impide participar en muestras colectivas como
Entre los murales destacan el realizado para el edificio Beautell (1975), en Santa Cruz de Tenerife, donde, sobre una fachada de gres, combina el hierro, la madera y el cobre; y la pieza que realiza para la sede de la consignataria de buques “Antonio Conde, Hijos-Canarias” en Las Palmas de Gran Canaria (1975), en la que emplea el aluminio y el hierro galvanizado para generar formas curvas enfrentadas que se proyectan hacia los vértices, dentro de una dicción plástica próxima a la serie de Aeroevasiones.
1976
Retorna al modelado y emprende una serie de esculturas cuyas aristas fugadas entroncan formalmente con los murales de la serie Aeroevasiones, aunque ahora se trata de piezas tridimensionales proyectadas como obra única. Tres de estas piezas, Formas de silencio I, II y III son fundidas en bronce, mientras otras esculturas de esta serie son acabadas en aluminio, con molde a la arena, técnica rudimentaria utilizada en las fundiciones de los astilleros navales. El resultado son piezas macizas de superficie irregular, ricas en texturas, que luego trata a su conveniencia hasta encontrar el efecto plástico deseado. De Formas de silencio II realiza una versión en aluminio para el Museo Internacional de Arte Contemporáneo Castillo de San José, en Arrecife (Lanzarote), que abre sus puertas al público ese mismo año, impulsado por César Manrique. Antes de entregarla al Museo, esta obra fue expuesta en
Formas de silencio IV (1976), de dimensiones mayores, adquiere un estatismo grávido que sugiere la imposibilidad del vuelo, el fracaso de la evasión, y aconseja la búsqueda de serenidad antes que emprender la huida.
Inicia su relación con Galerías Skira (Madrid), que dirige Carmina Macein, con la participación en la muestra colectiva Pintores sin Pintura.
1977
Participa con una pieza de la serie Formas de silencio en la muestra Guadalimarte: Arte de Canarias, homenaje a la revista de arte Guadalimar, que se celebra simultáneamente en
Es invitada a incorporarse a la colectiva Homenaje a Alexander Calder, organizada por las Galerías Skira.
Retorna al aluminio y al hierro galvanizado para realizar el mural Gran Semilla, por encargo del Banco Exterior de España, para su sede central en Santa Cruz de Tenerife.
1978
Sostiene diversas líneas de trabajo aparentemente autónomas: una de continuidad en la creación escultórica con elementos metálicos —aluminio principalmente— en la línea abstracta de sus Formas de silencio; otra, de vuelta al trabajo con la madera, con formas orgánicas, de la que serán expresivas sus Semillas y Raíces, series que la devolverán progresivamente hacia el mundo orgánico.
Del análisis y reflexión sobre estas piezas parte un nuevo cuestionamiento de la presencia figurativa en su obra y la anatomía rápidamente se evade hacia formas abstractas, hasta hacer desaparecer cualquier alusión directa a la figura. De hecho, en Composición (1978), última pieza que forma parte de esta serie, ha desaparecido la denominación Seres y apreciamos la nueva emergencia de un mundo abstracto.
Da a conocer esta compleja convivencia de vías de expresión plástica en su exposición individual en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y luego en el Museo Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria.
Con la consolidación de la democracia en España, María Belén Morales impulsa proyectos artísticos que entonces se definen con la ilusión surgida de la nueva situación política y social, y participa en muchas de estas actividades; pero también, desde su compromiso ideológico, se suma a proyectos solidarios como el Museo Internacional de
También participa en la iniciativa de Eduardo Westerdahl y un grupo de arquitectos de crear una nueva colección de arte contemporáneo, a través de
Jesús Hernández Perera la invita a participar en la muestra El Mar. Exposición Flotante de Arte Canario Contemporáneo, patrocinada por Trasmediterránea, para el ferry Villa de Agaete, que cubre el puente marítimo Las Palmas-Tenerife.
Está presente en la muestra Tenerife XX. Arquitectura. Escultura. Pintura. 1900-1978, que se celebra en
Atiende la invitación de
1979
Se implica en la reestructuración del Círculo de Bellas Artes de Tenerife, contribuyendo como presidenta de
Su obra está presente en
Sostiene una gran actividad expositiva en el archipiélago, en un momento de aproximación artística entre islas y surgimiento de nuevos espacios expositivos. Su presencia en Gran Canaria se continúa en la exposición individual que organiza
A partir de 1979 el collage se convierte en un campo de investigación autónomo. Aunque al principio evoluciona de manera subordinada y paralela a las fases de su escultura, paulatinamente adquiere personalidad propia. Sobre láminas de papel o sobre planchas de madera, el collage incorpora elementos con ricas texturas que incrementan su expresividad plástica.
En Madrid participa en la muestra colectiva Pintores sin Pintura, promovida por Galerías Skira, donde ese otoño inaugura una exposición individual, en la que se aprecia cómo la investigación sobre la forma orgánica abstracta la devuelve progresivamente a la realidad tangible. Seres será el nuevo lugar de encuentro de la madera y el metal, del repertorio figurativo y los fondos abstractos, en una atrevida síntesis que apoya la fusión zen de lo masculino y lo femenino. También presenta una serie de esculturas de pequeño formato, editadas como múltiples en Magisa (Madrid).
Realiza dos encargos, la escultura Juguete para el agua para el jardín de la casa Ingerslev, en Dinamarca, y el tríptico Raíces para la sala VIP del Aeropuerto Internacional Reina Sofía de Tenerife, en maderas lacadas y quemadas con líneas de metal, expresivo de la recuperación de la presencia del resplandor como un elemento plástico fundamental.